martes, 28 de junio de 2011

El anochecer con amigos...

Una vez escuché que uno se sienta a tomar algo con cualquiera, pero que sólo con amigos comparte una cena. Gran verdad.
No se bien cuál de ellos tuvo la idea, calculo que fue Nieves o Ezequiel, pero daba igual. Propusieron salir a cenar, a un lugar tranquilo. Invitaron también a Matías y Lucía, y uno de ellos estaba antojado de panqueques, así fue como se definió el destino: lo de Carlitos.

 










Desde Villa Gesell, la cadena de restaurantes llegó a muchos puntos de la Costa Atlántica, Córdoba, Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Nosotros visitamos el local de Av. La Plata al 200.

Su creador Carlitos Ciuffardi dio los primeros pasos gastronómicos en 1963, cuando entró a trabajar de empleado en el bar lácteo La Martona. En esos años su primer gran invento fue una hamburguesa que llevaba todos los ingredientes imaginables sobre la faz de la Tierra. De boca en boca se fue corriendo el rumor de que un tal Carlitos creaba también toda clase de panqueques dulces y salados, y cada vez más gente empezó a acercarse a ese local para probarlos. 

El tiempo pasó hasta que en 1982 desembarcó en el conurbano bonaerense con un puestito en un gran almacén ubicado en Avenida del Libertador e Hipólito Yrigoyen. Pero ahí mismo vivió la traición que hasta hoy le hace llenar los ojos de lágrimas. Sus dos hermanos (Oreste y Juan Luis) registraron el nombre Carlitos en dos versiones distintas y lo dejaron afuera del negocio. Oreste creó Carlitos, el rey del panqueque y la hamburguesa y Juan Luis patentó Carlitos, la nueva generación.

La traición de su sangre no fue un obstáculo a la hora de crecer, cosechó enemigos claro, pero la gran cantidad de amigos que tenía desbordaron su velatorio el pasado 28 de abril del 2010. Paradójicamente, fue realizado en el local que fundó sobre la avenida Libertador al 6100.

En la carta podes encontrar panqueques de todos los colores y tamaños, al igual que hamburguesas y lomitos. En nuestro caso, la mayoría preferimos éstos ultimos acompañados por papas fritas y gaseosas, con unos panqueques de postre que compartimos. 







La cuenta total no superó los $350. Sobraron las risas, y las anecdotas bajo la mirada firme de Carlitos. Sin duda se repetirá la experiencia, aunque no sé en cuál de todos los locales será.


By LG.

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