A veces cuando uno se olvida de las cosas es porque vivió algo que hizo que la consciencia quede a un lado. Será por eso que primero apareció la experiencia en Mansión Doree y no lo que verdaderamente lo antecedió. Que infierno… debo poner en blanco mi mente para poder transmitir con claridad lo acontecido. Hablando de infiernos, para ir ambientando seria bueno poner un tema.
Lentamente los recuerdos me invaden, el sábado había estado empapado de romanticismo, hacia tiempo que quería llevar a cenar a mi mujer a un lugar con luces bajas, tranquilo, donde el ambiente por si mismo generara una química especial.
Javier de León, un amigo personal experto en diplomacia con el sexo opuesto me hablo de La Farmacia, un cafe bar de Flores ubicado en la esquina de Directorio y Rivera Indarte. Debo admitirlo, el nombre no genera mucha confianza, pero el resultado final es digno de destacar.
La fachada no dice nada del otro mundo, no es llamativa, pero contiene algo que distingue el lugar de otros similares. La decoración del salón ambienta una vieja farmacia, resulta una obviedad aclarar que es lo que le da origen al nombre. Hay mesas de todo tipo, las típicas abundan, pero también está la posibilidad de cenar en la barra, en unos cómodos sillones o cerca del piano.
El primer punto negativo de la velada se da en el mozo que nos atendió, un calvo en exceso antipático. El menú prácticamente estuvo decidido desde la recomendación de Javier: “en ese lugar hacen una fondue de puta madre” por eso no necesitamos indagar mucho en la amplia carta, marche una fondue de queso de la casa. El segundo punto negativo fue la demora en el servicio, aunque quizás estuvo condicionada por la gran cantidad de comensales presentes en ese momento.
Luego de unos 30 o 40 minutos llego nuestro pedido. A la vista parecía insuficiente para saciar el apetito de dos personas adultas, en una bella bandeja aparecían 5 tomatitos cherry, unos 15 trozos de pollo, 10 papitas noisette, unas 25 franjas de apio, aceitunas negras, rodajas de longaniza, champiñones y el ultimo (y peor) punto negativo: unos 15 trozos del supuesto jamón, cortados excesivamente con desprolijidad y huérfanos de un sabor apetecible, a tal punto, que genera dudas su verdadera identidad dado que parecía una vulgar paleta "sanguchera".
Las apariencias engañan, es sabido, y la porción fue suficiente. No fue necesario pedir nada más. Aunque después de hacer un rato de sobremesa, llego la hora del postre, y si bien tuvimos que esperar nuevamente demasiado, valió la pena. Degustamos un espectacular flan casero con dulce de leche decorado con una soberbia cobertura de chocolate.
Después de contarle al mozo sobre la existencia de Telo Recomiendo e intentar en vano que el simpático nos diera algún dato relevante sobre la fundación del Café, pedimos la cuenta. Para nuestra sorpresa había sido una noche bastante económica. A la fondue y el flan ya mencionado, le sumamos la bebida, que en nuestro caso fueron unas gaseosas y el monto total fue de 110 pesitos. A mi criterio, muy accesible, teniendo en cuenta lo que sale una cena para dos personas hoy en día. Solo faltaría mejorar la calidad del jamón para que La Farmacia sea un destino indiscutible.
Ese fue el comienzo de la historia. Ustedes se preguntarán qué paso en La Farmacia para que me olvidara completamente de escribir la experiencia en éste Blog, y mi deber es contarlo, la noche siguió, en un lugar bautizado como el principio de las cosas.
El primer punto negativo de la velada se da en el mozo que nos atendió, un calvo en exceso antipático. El menú prácticamente estuvo decidido desde la recomendación de Javier: “en ese lugar hacen una fondue de puta madre” por eso no necesitamos indagar mucho en la amplia carta, marche una fondue de queso de la casa. El segundo punto negativo fue la demora en el servicio, aunque quizás estuvo condicionada por la gran cantidad de comensales presentes en ese momento.
Luego de unos 30 o 40 minutos llego nuestro pedido. A la vista parecía insuficiente para saciar el apetito de dos personas adultas, en una bella bandeja aparecían 5 tomatitos cherry, unos 15 trozos de pollo, 10 papitas noisette, unas 25 franjas de apio, aceitunas negras, rodajas de longaniza, champiñones y el ultimo (y peor) punto negativo: unos 15 trozos del supuesto jamón, cortados excesivamente con desprolijidad y huérfanos de un sabor apetecible, a tal punto, que genera dudas su verdadera identidad dado que parecía una vulgar paleta "sanguchera".
Las apariencias engañan, es sabido, y la porción fue suficiente. No fue necesario pedir nada más. Aunque después de hacer un rato de sobremesa, llego la hora del postre, y si bien tuvimos que esperar nuevamente demasiado, valió la pena. Degustamos un espectacular flan casero con dulce de leche decorado con una soberbia cobertura de chocolate.
Después de contarle al mozo sobre la existencia de Telo Recomiendo e intentar en vano que el simpático nos diera algún dato relevante sobre la fundación del Café, pedimos la cuenta. Para nuestra sorpresa había sido una noche bastante económica. A la fondue y el flan ya mencionado, le sumamos la bebida, que en nuestro caso fueron unas gaseosas y el monto total fue de 110 pesitos. A mi criterio, muy accesible, teniendo en cuenta lo que sale una cena para dos personas hoy en día. Solo faltaría mejorar la calidad del jamón para que La Farmacia sea un destino indiscutible.
Ese fue el comienzo de la historia. Ustedes se preguntarán qué paso en La Farmacia para que me olvidara completamente de escribir la experiencia en éste Blog, y mi deber es contarlo, la noche siguió, en un lugar bautizado como el principio de las cosas.
By LG.
me cruce con tu blog de casualidad los otros dias pase cerca de ahi y no la vi ...jajaja...claro no tenia presente la direccion y el calor me habia chamuscado las pocas neuronas que me quedaban La verdad que con lo que comentas no se si vale o no la pena ir ...pero estuvo bueno leerte
ResponderEliminargracias y exitos